ORACIÓN POR EL PROYECTO DIOCESANO DE PASTORAL
Señor Jesús, al reunirnos en tu nombre
te rogamos nos ilumines con la luz
del Espíritu Santo para implementar en cada
una de nuestras comunidades el Proyecto
Diocesano de Pastoral, Concédenos tu gracia
para escuchar con espíritu abierto lo que nos
quieres transmitir, a fin de que cada uno
asumamos nuestros compromisos apostólicos.
Te pedimos que teniendo estructuras más organizadas,
este proyecto sea fecundo, se oriente al mayor
provecho de nuestros hermanos y sirva
para que participemos de un modo más eficaz
en la construcción de tu Reino en nuestra
diócesis de Ensenada. María Madre de la Iglesia,
estrella de la Nueva Evangelización
intercede por nosotros para continuar
con fuerza renovada la misión que
Jesucristo nos encomendó.
Amén
¿QUÉ ES EL PROYECTO DIOCESANO DE PASTORAL?
El Proyecto Diocesano de Pastoral (PDP), de nuestra Diócesis de Ensenada, busca formar misioneros comprometidos para que lleven la buena nueva, el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo por todas partes. Este Proyecto se encuentra EN RUTA y es un proyecto a 7 años, que inicio en el año 2018 y terminaremos Dios mediante en el 2024. Nuestra ruta, lema y citas de este recorrido se divide en las siguientes etapas:
2018 Encuentro con Jesús, “Maestro ¿dónde vives? Vengan y lo verán”. Jn 1, 38-39
2019 La Conversión, “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Lc 19,9
2020 El Discipulado, “Ven y sígueme”. Mt 19,21
2021 El Discipulado, “Iglesia Samaritana y Servidora”
2022 La Comunión, -Primera Etapa- “Que todos sean uno”. Jn 17,21
2023 La Comunión, -Segunda Etapa- “Que todos sean uno”. Jn 17,21
2024 La Misión, “Vayan por todo el mundo”. Mt 16,15
Este Proyecto Diocesano de Pastoral está basado en los cinco aspectos fundamentales del proceso de formación de discípulos misioneros propuesto en el Documento de Aparecida. En estos años anteriores se han recorrido ya con mucha esperanza tres etapas de dicho itinerario, que han sido el Encuentro con Jesús, la Conversión y el Discipulado. En esta cuarta etapa en la que estamos (2023) se tiene el reto de la Comunión y la Sinodalidad. La Comunión exige la participación activa y responsable de todo el pueblo santo de Dios.
Una acción clave en esta etapa es la Revitalización de la vida pastoral en cada una de las comunidades existentes en la Diócesis. Hemos vivido un tiempo muy difícil por la pandemia del Covid 19, nos ha arrebatado personas, nos ha intimidado, nos ha obligado a dejar de hacer muchas cosas y por lo tanto, la vida y acción pastoral ha sido fuertemente afectada a tal punto que en algunas comunidades prácticamente se ha extinguido el sueño formativo y evangelizador. Hoy es urgente volver a darle vida a las estructuras pastorales, a las parroquias, grupos, movimientos, comisiones y dimensiones pastorales, agentes, a todo grupo humano.
Consideramos que para revitalizar la vida pastoral y comunitaria debemos escucharnos con atención, preocuparnos unos por otros, valorarnos como hermanos y ocuparnos de los dolores mutuos con la esperanza de recuperar lo perdido y hacer que el Evangelio motive y dirija nuestro proceder.
Asumimos la espiritualidad de la comunión, que implica contemplar y aprender de la unidad del Misterio de la Santísima Trinidad, compartir con los hermanos alegrías y sufrimientos, deseos y necesidades, y construir una verdadera y profunda amistad; reconocer lo positivo de los demás, superar egoísmos y rivalidades para sentirnos verdaderos hermanos que caminan juntos. (NMI # 43) “La unidad de la Iglesia no es uniformidad, sino integración orgánica de las legítimas diversidades.” (NMI # 46)
Los ámbitos pastorales en los que tenemos que urgir la revitalización son: el acompañamiento, la organización pastoral, la pastoral vocacional, la formación de agentes y la misión evangelizadora; los cuales se han convertido en nuestros desafíos que nos lleva a fijarnos objetivos específicos, así como orientaciones pastorales que vayan perfilando una auténtica acción pastoral. Los asumimos con carácter de urgente para revitalizar la pastoral diocesana y parroquial.
Encomendamos nuestra pastoral a Santa María de Guadalupe.
Rafael Valdez Torres
Obispo de Ensenada
ASPECTOS DEL PROCESO
En el proceso de formación de discípulos misioneros, los cinco aspectos fundamentales a destacar, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se alimentan entre sí:
a) El Encuentro con Jesucristo. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (cf. Jn 1, 38), pero es el Señor quien los llama: “Sígueme” (Mc 1, 14; Mt 9, 9). Se ha de descubrir el sentido más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma no sólo es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el kerygma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso, la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones.
b) La Conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida. En el Bautismo y en el sacramento de la Reconciliación, se actualiza para nosotros la redención de Cristo.
c) El Discipulado: La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina. Para este paso, es de fundamental importancia la catequesis permanente y la vida sacramental, que fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos misioneros puedan perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía.
d) La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu.
e) La Misión: El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona.
¿Qué es la cultura vocacional?
La cultura alude a las distintas expresiones de la vida de un pueblo o de una comunidad humana. Cuando hablamos de CULTURA VOCACIONAL no nos estamos refiriendo a una cultura paralela o distinta de las culturas propias de cada pueblo, no es tampoco una realidad que la Iglesia quiere imponer desde afuera.
La cultura vocacional quiere precisamente servir al mundo de esta manera: favoreciendo y creando un ambiente propicio para que se despierte la belleza de lo humano y se plasme en el vivir cotidiano. Quiere ayudar a transformar la cultura desde adentro…como la levadura fermenta la masa.
El término CULTURA VOCACIONAL, se ha ido acuñando progresivamente. Fue el Papa San Juan Pablo II quien lanzó el desafío de ir gestando una cultura que favorezca el que cada hombre y mujer pueda buscar el sentido verdadero de la vida. Hoy existe una urgencia de promover las actitudes vocacionales de fondo, que originan una auténtica CULTURA VOCACIONAL.
¿Qué es el desafío pastoral?
Es la realidad concreta que grita con voz propia, y a la que nos sentimos interpelados y llamados a responder eclesialmente de manera significativa, creativa y pronta. Indica lo que haremos, es decir, la acción en el sentido más amplio que realizaremos para acompañar y atender la realidad, en donde se detiene y se enfoca nuestra mirada pastoral.
Características:
– Es concreto y breve, cuidando que no sea ni muy amplio ni muy ilimitado.
– Es abierto, permitiendo que se planteen varias alternativas de solución.
– Se puede redactar, teniendo como elemento principal un verbo en infinitivo.
¿Qué es la orientación pastoral?
Es la línea y estrategia general, que guía la realización de iniciativas o acciones asociadas a proyectos o planes pastorales, que contribuyan a emprender nuevos caminos según la realidad concreta. Indican el “cómo” afrontaremos el desafío pastoral correspondiente. Ha de suscitar la creatividad pastoral.
Características:
– Es general y abierta a las particularidades de las comunidades que las reciben.
– Lenguaje cercano a nuestro pueblo que anima a todos al cumplimiento de la misión.
– Se redacta teniendo como elemento principal un verbo en gerundio, pues indica que la acción se está llevando cabo, agregando los complementarios que se requieran (adverbio, destinatarios, contexto).
¿Qué es la sinodalidad?
La sinodalidad nos indica la específica forma de vivir y obrar de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora. Implica corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y misión de la Iglesia.
Segunda Etapa del Año de la Comunión
En esta Segunda Etapa del año de la Comunión, la palabra clave se llama “revitalización”. La revitalización de la vida humana, espiritual, moral y pastoral implica una actitud de revisión personal permanente mediante la cual nos damos cuenta de la realidad y trazamos metas para superar las deficiencias y alcanzar los objetivos propuestos. La comunión nos habla de la convergencia de muchos en algo común como “caminar juntos” en el qué hacer y el hacer de la vida diocesana. Este año 2023 hemos asumido la Segunda Etapa de la Comunión en nuestros Proyecto Diocesanos de Pastoral.
El fundamento de la Comunión lo encontramos en el Misterio de la Santísima Trinidad, Dios Uno y Trino, y Jesús enseñó a sus discípulos un estilo de vida aprendiendo de sus palabras, sus gestos, sus acciones y todo su comportamiento. Para hacer comunión en la vida pastoral es necesario “tomar en cuenta todas las fuerzas vivas de la Iglesia particular: asociaciones, servicios y movimientos, comunidades religiosas, pequeñas comunidades, comisiones de pastoral social, y diversos organismos eclesiales que ofrezcan la visión de conjunto y la convergencia de las diversas iniciativas. Se requieren, también, equipos de formación convenientemente preparados que aseguren la eficacia del proceso mismo y que acompañen a las personas con pedagogías dinámicas, activas y abiertas. La presencia y contribución de laicos y laicas en los equipos de formación aporta una riqueza original, pues, desde sus experiencias y competencias, ofrecen criterios, contenidos y testimonios valiosos para quienes se están formando” (Aparecida # 281).
Durante el año se harán distintas actividades programadas mas otras que irán surgiendo en el caminar como consecuencia y respuesta al desafío de la Comunión.
Con la esperanza de vivir en Comunión con Jesucristo el Buen Pastor, con la Iglesia Universal y contando con la protección maternal de Santa María de Guadalupe, se inició un nuevo año y la segunda etapa de la Comunión con mirada puesta en la Misión, como Iglesia en salida que “es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan” (EG # 24).